Constituye la columna vertebral y el hilo conductor de la razón de ser de la Universidad, considerada no sólo como institución de educación superior carácter público, sino como espacio específico de la cultura, con un principio propio de racionalidad pedagógica y un objeto específico de conocimiento, estudio e investigación.
Está integrado por seis responsabilidades básicas:
- La Investigación
- La formación como acción pedagógica sistemática
- El Desarrollo Regional y la Proyección comunitaria
- La inclusión
- La innovación tecnológica y la internacionalización
- La proyección social de la Universidad.
La construcción curricular exige e implica unos procesos de selección, organización, articulación y secuenciación de núcleos temáticos que respondan a los núcleos problemáticos, en donde se agrupen e integren elementos afines a situaciones comunes para explicar sus causas críticas y plantear soluciones, con el aporte conceptual, metodológico y técnico de las diferentes disciplinas del saber, en forma flexible, dinámica e integral.
La organización académica de los programas de formación universitaria por el sistema de estándares y créditos académicos tiende a centrarse en campos de formación. En términos generales, los campos buscan la formación integral del estudiante mediante la articulación estructural de la formación disciplinaria con la formación para el desempeño profesional, y de estas áreas o campos con la formación investigativa y socio humanística. Los campos se desglosan en componentes y estos a su vez en elementos.
En lo que respecta a los criterios de organización de los planes de estudio como uno de los elementos estructurales de los diseños curriculares de los programas de formación académica en el contexto universitario, es posible evidenciar también tendencias explícitas o implícitas en las regulaciones normativas.
Así, el peso de la formación básica puede recaer de manera significativa en la fundamentación "disciplinaria", con lo cual la formación pedagógica, en el caso de los programas de educación, o psicológica, administrativa, filosófica, etc., adquiere una relevancia especial. Ello será un sello distintivo del programa. Si es así, el porcentaje en créditos académicos fluctúa entre el 30% y el 45%.
El peso de la formación básica específica puede acentuarse en el desempeño profesional respectivo, que también suele denominarse como ocupacional o profesional, lo que denota un interés especial en los campos de actuación e intervención, particularmente, en la formación específica o en el énfasis. El porcentaje en créditos académicos varía entre el 35% y el 45%.
El peso de la formación puede recaer también en el fomento del espíritu científico o investigativo, con lo cual se acentúa la orientación académica o disciplinaria. Aunque existe una cierta tendencia hacia esta orientación en algunas instituciones de educación superior, los programas de pregrado no requieren la misma intensidad en la formación investigativa que los programas de postgrado. Las instituciones de educación superior, en virtud de su autonomía, pueden asignar créditos básicos entre el 10% y el 20% para la formación investigativa.
La formación académica debe tener como referente(s) la(s) disciplina(s) y los campos de conocimiento que le aportan al respectivo programa los fundamentos esenciales. Así, al psicólogo la Psicología, al antropólogo la Antropología, al administrador la Administración, al educador la Pedagogía, etc. Con ello se busca que el sujeto que se forma adquiera las perspectivas, principios, conceptos, categorías, teorías, métodos, técnicas, herramientas y problemáticas que atraviesan el (los) campo(s) de conocimiento en el (los) que se fundamenta la carrera universitaria que estudia y, a propósito de lo cual ejercerá determinadas actividades laborales o profesionales de auto reciclaje del propio profesional o de emigración a campos diversos de intervención de la carrera, dado los acelerados cambios que se producen en el desempeño profesional.
Al centrarse en el sistema de créditos académicos como unidad estructurante de la formación básica, la duración de un programa no se mide ahora por el número de períodos académicos como esencia de su estructuración, sino por el tiempo sistema que el estudiante dedique a sus procesos formativos y de aprendizaje. Es el crédito la medida del aprendizaje, la formación y la duración, y no el período o semestre académico: este es una consecuencia de la distribución o programación en el tiempo del sistema de oferta y desarrollo de los currículos medidos en créditos académicos.
